Abren sus alas para emparejar los cerros
Vuelan acariciando la piel de Tlanakastlan
Gritan con otras golondrinas y el eco de su canto
se multiplica sobre los labios del Río Tepila
Detrás de ellas
viene el viento a secar la tierra
Y con los soplos de las mazorcas
despiden a la primavera
Solo queda un rocío transparente
desvaneciéndose en la punta de los ocotes